miércoles, 1 de agosto de 2012

porque amamos tanto a nuestras mascotas?


El abanico de mascotas que aquellos amantes de los animales pueden considerar "animales domésticos" es cada vez mayor. De todas maneras, es innegable que "el mejor amigo del hombre" sigue siendo aquel que ladra. las razas más escogidas se dividen en dos grupos. Gran parte de la población de las grandes ciudades vive en departamentos, por lo cual hay una tendencia a elegir las razas más pequeñas como los Caniches (Toy y Microtoy), Yorkshire Terrier y Bulldog francés".
De los perros más grandes, el más requerido es el labrador (Golden y Retriever) y el Pastor alemán."El error que cometemos las personas es depositar expectativas erróneas en nuestros animales. Pensamos que tienen que actuar como seres humanos cuando las mascotas se comunican perfectamente a través del idioma corporal". Depositarios de confianza, caricias y sonrisas, las mascotas pueden ocupar lugares importantísimos en el corazón de las personas que decidieron compartir su vida con ellos y también enseñarles una gran lección: "Las mascotas no tienen moral ni ética, pero aprendemos grandes valores esenciales de ellas. El mejor consejo que podemos darle a los dueños de mascotas es: pórtese bien, sea animal". 
Por desgracia, nuestros peludos tienen una existencia sensiblemente inferior a la nuestra, tan solo son unos 15 años de media a nuestro lado, esto que a priori nos parece un sin sentido, es tan solo una forma de compensar la fortaleza de nuestro alma, la naturaleza, nos priva de ellos, quizás, por que entiende que no puede ser bueno que permanezca a nuestro lado semejante adorador, que tener cerca de nosotros a alguien con esa capacidad de amar, solo puede ser contraproducente ya que nos obligaría a ser muchísimo más exigentes con aquellos de nuestra especie a los que permitamos entrar en nuestras vidas, estableceríamos comparaciones y, como siempre, serian odiosas. Por eso la naturaleza se ve obligada a darnos estas puñaladas, para compensar la felicidad recibida.
A nadie, en su sano juicio, se le ocurriría sugerirle a una viuda reciente sustituir a su marido fallecido por otro en pocos días o semanas; ni a un padre, buscar a un hijo de repuesto, si ha tenido la desgracia de perder al suyo hace poco, nos parecería una atrocidad y un sin sentido carente de toda lógica... y sin embargo es muy frecuente escucharle a un pariente o a un amigo, decir que muerto el perro, se busque otro para rellenar el hueco que el anterior ha dejado en nuestras vidas. Esto ocurre porque, para muchas personas, la perdida de un amigo peludo no es algo irreparable, es inconsistente, como si se perdiera el botón de una camisa o un paraguas o, como mucho, como si a uno le roban el coche y tiene que salir enseguida a comprarse otro para poder continuar acudiendo normalmente a su trabajo.

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