jueves, 15 de noviembre de 2012

Los primeros años

 -Recuerda quién los unió. Dios les ha unido a ambos por una razón. No es un accidente. Él les ha llamado para ser uno (Génesis 2: 24), para honrarse mutuamente (Efesios 5: 22-33), para amarse mutuamente (1 Corintios 13) y para permanecer juntos hasta que la muerte los separe (Mateo 19: 9).
 -Cambia tu forma de pensar. Sigues siendo un individuo. Pero Dios te ha llamado para dejar a tu padre y a tu madre y unirte a tu cónyuge. Eso implica hacer cambios en tu forma de pensar (ahora perteneces a alguien más) así como en tu forma de actuar (ya no actúas como una persona soltera). Cambiar tu forma de pensar puede cambiar tu forma de sentir. Comienza a pensar como una persona casada y probablemente empezarás a sentirte como una.
 -Edúcate sobre el deseo de Dios por la unidad en tu matrimonio. Lee pasajes de la Biblia que enfaticen la importancia de la unidad y la unión (Juan 17; 1 Corintios 7). Personalízalos insertando tu nombre y el de tu pareja. Pídele a Dios que te muestre cualquier actitud y acción que se interponen en el camino hacia la unidad. Deja de enfocarte en los errores de tu pareja y comienza a trabajar en la unidad cambiando tú primero.
 Aprende de otras personas. Pregúntale a otras parejas que conozcas que tienen matrimonios fuertes cómo se movieron de la independencia a la interdependencia. ¿Qué paradigmas y hábitos adoptaron que les funcionaron?
 

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